sábado, 27 de abril de 2013

Encuentro con Fernanda Laguna




Recibimos la visita Fernanda! Super exponente de la producción y gestión contemporánea.
El encuentro transcurrió el 19 y 20 de Abril después de las 15 hs. Lore, Majo, Agus, Guido, Nacho, Milton, Meli, Tony, Elena, Albana, Uenu y demás amigos que pasaron por la galería compartieron una charla con Fernanda comentando sus proyectos. 





Aglutinante/ Reflexiones sobre una central eléctrica. Olavarria

El 16 de Marzo algunos artistas de Bahía viajaron hasta Olavarría para presentar dos muestras en el Centro Cultural Hogar San José. 
Aglutinante es la muestra conjunta entre Guido Poloni, Mariano Perarnau, Lorena Bicciconti, Leticia Aielo, Massi Diaz, Agustín Rodriguez, Nicolás Guardiola, Gimena Castellón Arrieta, Martín Chevalier y Nilda Rosemberg.
Y Reflexiones sobre una central eléctrica, de Massi Diaz, es la presentación de dibujos, objetos e instalación en la Sala 1.


Textos sobre Aglutinante:

la posibilidad de una selva.
valeria tentoni

Apuntes sobre Aglutinante
Curador · Benjamín Aitala
Coordinadora · Gimena Castellón Arrieta
Olavarría / Bahía Blanca
Marzo · 2013

¿Puede ser feliz un canario?
Michel Houellebecq

En una de las obras que componen esta muestra, Leticia Aiello retrata
unos gajitos sobre una bandeja de telgopor. Yo estaba ahí cuando sacó
esa foto. Esos brotes salieron de su patio, de sus macetas, y se los llevó
Nilda Rosemberg a su casa. Era una tarde preciosa, una tarde que parecía
hecha bajo el pulso de un dios preciso. Estábamos troqueladas por los
lunares de luz que atravesaban los damascos.
Ahora Nilda no vive más donde vivía. Antes de mudarse decidió dejar en
las casas de sus amigos bahienses otros gajitos. Reservorios de las claves
genéticas de sus plantas, por si algún día quiere volver y rearmar su selva.
O por si la selva no es, al final de cuentas, otra cosa que los ecosistemas
que germinan en la humedad del afecto.
Traficantes de jardines, todos los artistas convocados en esta oportunidad
se cruzan, por lo menos, ahí. En esa insistencia sobre el verde, que ahora
nos sirve para pensar en el intercambio, en el contagio. También se
cruzan en un punto que dice usted está aquí todo el tiempo, aunque usted
no esté efectivamente aquí, ni allí tampoco: Bahía Blanca. La ciudad
pivot, el talón sobre el que se apoyan para moverse, ir y venir, irse
inclusive quedándose. Una fuga sutil que más que extranjerías produce
contaminaciones. Contaminación no en el sentido en que aquí (aquí ahora
digo por Bahía Blanca, usted seguramente esté en el aquí de Olavarría) se
sufre, sino en el sentido de profanación, de perversión o corrupción:
lindísimas maneras de rascarse que tiene la mente donde le pica.
Vean al verde florecer en la ciudad que algunos dicen gris, vean. Estamos
descalzos, tenemos la piel cruzada por las marcas que quedan después de
una siesta al sol sobre el pasto. Estamos cocinando en corpiño en una
cocina ajena, con las patas en un balde de plástico, disparando con
mangueras, bordando con hilo las siluetas de las hojas, estamos
mamarracheando el asunto, con luces blancas y diminutas de fiesta. Este
es el cableado, la descarga eléctrica de la perseverancia. Vean. Vean
cómo insisten en el verde, vean.
Estamos pedaleando la flor amarilla, montados en una bicicleta que nos
convierte en personajes invisibles, en la instalación de Guido Poloni.
Viajando en velocidad crucero en esa bicicleta hacia Olavarría, o no.
Cabalgando el futuro. En la manía fluorescente de Mariano Perarnau:
abriéndonos camino entre las formas con los pinceles como hachas. Ahí,
en esa galaxia que promete un horizonte de vibraciones.
Martín Chevallier anuda la imagen de un cartel de chapa que nos da la
bienvenida. Entramos con él, somos huéspedes de una arboleda que se
cierra donde los troncos sufren la gravedad también. Estamos en un nido
seco, subidos a la rama. Sentados en un banco del que se desprende
pintura blanca, esperando al desierto. Mirando fijo al río y su guirnalda
de piedras. Metiendo la cabeza entre las raíces como ñañdúes hirvientes,
con Nicolás Guardiola. Apoyándonos sobre la corteza encandilada de un
bosque que, como todos los bosques, empieza en ningún lado. Ahí vienen
los hijos del pantano, de lo que se fermenta en las entrañas de las rocas.
Agustín Rodríguez, como un noé desaforado, baja del arca de madera a
sus osos, sus tigres, sus melenudos. Bestias secretas con patas de fósforo,
capaces de articular el movimiento de una fauna transformer. Miren cómo
van, miren cómo sobrevuelan los paisajes de Massi Díaz. Esas pinceladas
que podrían incendiar cualquier valle. Montañas sobre las que levita el
azul: un cielo que se desprende de la estratósfera y cae sobre las cosas de
una sola gota.
Avanzan, hacia la línea de carbonilla de Gimena Castellón Arrieta: un
final oscuro porque en lo oscuro está también la posibilidad de la luz.
Hay el principio de un mundo agazapado bajo la lluvia: estamos ahí.
Empapados. Moviéndonos en el lodazal, cantando el riesgo de hundirnos.
Reverdeciendo, después, con Lorena Bicconti. Estamos en el día en que
estalla el mundo, urgentes en el deseo del color que se pronuncia con sus
mil lenguas de fuego. Pisamos sus islas, su flora eruptiva.
Las raíces buscan el mismo centro, pero no se lastiman en su carrera. Se
entrelazan, en cambio; mucho más que tolerarse, se celebran distintas.
Tantos tallos como maneras de estacarse en la tierra corren la misma
suerte: llueve o no, estamos vivos o no.
Un gajo dormido sobre el telgopor se reserva la posibilidad de una selva.
Tan quieto y cosita de nada que parece y todo.















Aglutinante
Texto acerca de la exposición colectiva de artistas bahienes en el CCHSJ

Las zonas geológicamente inestables de las rutas de algún modo definen no solo la personalidad del lugar sino también de quien las transita. Involucrarse en una situación así motiva a la aventura pero también g    genera mucha incertidumbre.

Los ripios saltan en el límite de la cornisa y se integran al paisaje; piedras enormes caen y se disponen como un nuevo paraje de descanso para quien camina por el lugar.
Todo compone una geografía que se actualiza constantemente, sin dejar de ser la misma en su identidad primera.

Aglutinante es entonces la ligazón entre territorios propagados. Los artistas convocados a esta muestra forman parte de un grupo de personas que tienen un trabajo artístico activo. En este hacer, Bahía Blanca funciona para ellos como telón de fondo, plataforma de llegada, plataforma de partida, de egreso y un lugar de origen, en algunos casos.

Leticia Aiello, Martín Chevallier, Massi Díaz, Lorena Bicciconti, Guido Poloni, Mariela Gouiric, Agustín Rodríguez, Mariano Perarnau y Nilda Rosembeg pertenecen  a este recorte. Algo los une a Bahía y también hay algo que los une más allá del perímetro establecido como tal: son de artistas con un lenguaje propio, con un trabajo constante y conciente.

Pintura, dibujo, objetos, collage son apenas clasificaciones formales, hará falta decir, de la personalidad de las obras tantas cosas más, pero la coincidencia de sus trabajos generará esta reflexión a posteriori, y allí se  analizará o no un estado de cosas.

No se puede hablar antes de un paisaje común, porque en esas zonas expandidas de su lugar de producción sus aristas se complementan con muchas otras situaciones que los definen por igual.

Mientas se transita la ruta, las piedras siguen rodando a los costados y el territorio se mueve con una potencia dúctil. El polvo, con uno, lo define también.


Gimena Castellón Arrieta
Artista participante y convocante









Texto para Reflexiones sobre una central eléctrica, Agustín Rodríguez.



El año pasado en una clínica le preguntaba algunas cosas a Massi y recuerdo que surgió el tema de las formas geométricas en su obra. Le comenté que las mismas son en sí construcciones conceptuales, en tanto uno no ve un cuadrado dando vueltas por ahí, ni un triángulo. Uno ve, por ejemplo, una montaña con forma triangular, pero la abstracción del polígono en si es un proceso mental, cultural. Pero, él me dijo que en sí ve a las figuras, que las mismas son. Luego seguimos la charla que se desvió para otros temas, pero eso me quedó dando vueltas en la mente. Escribiendo ahora el texto para su muestra en Olavarría creo que su comentario es una puerta para poder apreciar parte de su trabajo. Más allá de los soportes, en muchas de sus producciones se ven paisajes, rocas, montañas; las cuales chocan con un elemento extraño. Poliedros punzantes emergen entre la roca, interviniéndola. La tensión entre formas es innegable. El cuerpo orgánico entra en conflicto con el geométrico generando fuerzas internas en choque, energía.

Massi comparte mediante dibujos, pinturas y objetos, una visión particular de un paisaje que imagina, intervenido por una central eléctrica que aprovecha en sí la energía del medio, aspecto no menor sino crucial en estos trabajos. Aporta distintos enfoques, recorre brindando perspectivas que le dan verosimilitud a su trayecto. Cada obra es un puente entre el espacio interior y exterior. Y esto me remonta a la charla nombrada en un principio: Cuando dice ver formas geométricas en el mundo cotidiano, en sí las ve porque a su vez son representaciones que el aplica para entender su entorno (como cualquier mortal). Conocerse a uno mismo, ahondando en la introspección, nos permite también poder conocer (y de alguna manera construir) al mundo que nos rodea. La obra de Massi Díaz nos transporta a un lugar, para volver y poder apreciar ahora, una serie de tensiones que generalmente pasan desapercibidas.

Agustín Rodríguez, Marzo de 2013.





ODEON. Feria de arte contemporáneo.



Del 19 al 23 de octubre Perfecta Galería estuvo presentando 8 artistas argentinos en la feria de arte contemporáneo Odeon que se desarrollo en Bogotá, Colombia.

Artistas de la galería: Juan Manuel Brandazza, Rodrigo Cañas, Gustavo Nieto, Guido Poloni, Massi Diaz, Agustín Rodriguez, NINJA.

viernes, 30 de noviembre de 2012

LOS LIMITES DEL CONTROL

 // Instalación, dibujos, y video de Liv Schulman.  

http://livschulman.com/ 



lIV:

Fotocopias,
una alfombra , un cubo de texto, una serie de TV, un palo de hockey y un poster.
Buenas ideas que no tienen el desarrollo específico para ser perfectas, ni grandiosas, ni puras, ni nada de lo que nos tiene acostumbrados el minimalismo. Tanto ellas pueden provenir de su proyección en el arte como de la familiar simpleza de las formas regulares, de los cubos que nos ofrecen su sofisticación y comodidad. Los muebles de la casa, la tv, los libros, la cocina, las escaleras, las puertas, la heladera, ni quisiera referirme a los camiones, a las piletas. Los monolitos que se acomodan y se apilan con tanta naturalidad que desaparecería una buena porción del mundo sin ellos.
“El minimalismo siempre fue barroco” dice su detective en un capítulo de la serie Control.
Barroco quizás en la simultaneidad de sentido, en los tesoros que subyacen bajo su apariencia neutra, Y barroco también en su eficacia como afirmación y potencialidad frente al carácter predecible y normativo que pretende.
Como hablar de regularidad, de control, si el control es uno mismo?
La política, la moral, la ley nos enseñan a controlar, a controlarnos. El autocontrol es nuestra forma de dominación particular, de autoengaño. La comprensión de las lógicas del control social en definitiva, nuestra capacidad de aprender nos instruye, degenera el deseo, trastoca la unidad psíquica del yo para incluir al otro.
El trabajo de Liv Schulman parece carecer de ese aprendizaje, como un animal, como un bebé que se comporta según sus instintos, y sin embargo no es así, en estas obras se adivina una personalidad completa y compleja, llena de inflexiones, de cuestionamientos y de certezas.
Hay mucha conciencia, mucha decisión, muchas elecciones tomadas en cada pieza. Su deseo se erige altivo y atractivo en las formas eróticas y orgánicas de estos monumentos efímeros. De papel, de tela, su materialidad a veces precaria o genial se yergue sobre la duda y la normalidad como un nuevo rastro de inocencia, de naturaleza en estado puro.

Ariel Cusnir
Los Límites del Control / Liv Schulman
24 . 12 . 2012 / Perfecta Galería . Bahia Blanca












jueves, 29 de noviembre de 2012

"EL KITSCH EN NUESTROS DIAS, EN NUESTROS DIAS."




En nuestros días:
El kitsch en nuestros días
Una se encuentra en primera instancia con un repertorio de adornos, utensilios, muebles y otras cosas curiosas y al mismo tiempo familiares. Cosas que tal vez no estén ya tan presentes en nuestras casas, pero sí en las de nuestros padres o abuelos.
Acá, se ve drástico cambio material entre la época de los jarrones en forma de pingüino, el hule, las máscaras de madera con motivos norteños, o los pisapapeles de bronce; y un presente que está más bien lleno de que porta-sahumerios imitación ébano, o gatitos de madera para poner los anillos. Mucho plástico, y mucha China en objetos igualmente cotidianos, industriales, estéticos, con los que mantenemos hoy una relación intensa, pero más efímera o descartable.
Pero además, en la muestra de Perfecta, hoy, podemos mirar la réplica de otra que se hizo hace mucho tiempo, en el Museo Municipal de Bellas Artes, antes de que existieran el MAC, la apertura a las importaciones, las becas de Antorchas, el uno-a-uno, la revista Vox, del inicio de la masiva instalación de nuevas empresas en el polo y (para terminar) los escapes de cloro.
El kitsch en nuestros días se hizo en ese museo que todavía funcionaba abajo del palacio municipal, entre mayo y junio de 1991. Eran los últimos meses de la gestión del arquitecto Ares, primer director de la institución oficial en democracia: años en los que el museo recorrió, entre otros caminos, una apertura hacia la renovación formal que proponía el Grupo 20, ligado al pintor Oscar Mara y su trabajo desde una estética neoexpresionista dedicada a la exploración del lenguaje pictórico. Fueron años, además, en los que el Bellas Artes fue espacio para la presentación de los trabajos surgidos en los talleres barriales (dictados en los CECUM) que se impulsaron desde la Subsecretaría de Cultura que dirigía Isabel Taramasco. En ese museo, también, el grupo Senda –que venía trabajando desde la dictadura en un proyecto editorial que incluía una revista de cultura y la publicación de libros de autores locales, impulsó una política en el campo de la plástica de la que resultó una serie de muestras de artistas jóvenes y la creación del premio Fundación Senda en el Salón Regional.
En la génesis de El kitsch en nuestros días intervinieron algunos integrantes del núcleo de Senda, pero la apuesta se abrió también a otras personas que circulaban por espacios de los ochenta y primeros noventa como la Casa del Sol Albañil, las Ferias de la Cultura, la FM de la Calle, el Museo del Puerto. Hubieron varias reuniones y el grupo se fue achicando, a medida que se iba definiendo lo que sería la idea central de la exposición: incluir en el museo toda esa serie de objetos cotidianos y a simple vista banales, nacidos de la producción industrializada y con una deliberada vocación de lograr belleza. Ahí, se venía a señalar que en el museo entraba algo más que la obra del artista como creador único.
Había en ese señalar, además, algo de obstinación: la muestra, que incluyó una enorme cantidad de objetos, estuvo acompañada por una serie textual, didáctica: fotocopias de trabajos de Clement Greenberg y otros autores que pensaban lo kitsch en contraposición al arte moderno, advertencias que pedían a los espectadores que no se llevaran los objetos de la muestra, charlas o mesa-debate. De esta forma, y en un trabajo que recopilaba objetos de uso común, se ponía en primer plano la operación curatorial en tanto acción conceptual.
Con estos gestos se construyó una acción que buscaba ante todo, producir una tensión, correr el límite en el seno de una institución central, del circuito oficial y de alta visibilidad –aunque fuera sólo local y zonal. Éste, fue uno más de los signos de la apertura que a fines de los ochenta y principios de los noventa gestó el desarrollo de nuevos posicionamientos estéticos y políticos en la ciudad. Una más de las acciones colectivas que propusieron una serie de tránsitos que intentaron pensar de modo diferente las fronteras de disciplinares, la categoría de artista, la relación entre arte, sociedad, economía y cultura. Un arco que se extendió luego de múltiples maneras, que buscó muchos cauces dando pie a otras formas de entender las artes visuales pero también la escritura, la historia, la literatura, el teatro, las prácticas museográficas. El signo de esa fractura en el espacio se encuentra hasta hoy –de hecho, ahí dentro se formó la generación de Perfecta – y ocupa –no sin disputas - esos mismos espacios centrales que una vez se intentó desafiar.
En este contexto, para el heterogéneo colectivo formador de Perfecta, El kitsch en nuestros días, en nuestros días implica, en lugar de una acción de disputa, un intento por ubicarse en un instante germinal, la construcción de una genealogía para situar (se), enmarcando una práctica contemporánea en una historia que no está escrita. Es claro que en una acción de este tipo ya no hay que explicar nada. Ni textos teóricos ni mesas debate.
Pero, más allá de proponer una lectura que interpreta los gestos de 1991 y 2012 como tomas de posición en un campo institucional, me gustaría sostener la pregunta acerca de qué maneras se ejerce –en esta muestra, y en otras prácticas de Bahía, hoy- la acción de abrir hacia lo popular, hacia la vida cotidiana, hacia el afuera de las instituciones, para alcanzar situaciones de empoderamiento colectivo, que vayan más allá del acto de señalamiento o designación – encorsetamiento - que estuvo en la acción primigenia de llamar “kitsch” a todo lo que no fuera modernidad, pureza, (esto es: superioridad, dominación). Después de todo, también quienes hoy pueblan la Perfecta pasaron por el Cala – Gogó.
Ana Vidal
para Perfecta Galería
Octubre / Noviembre 2012








Ya lo dijo el Barba, la historia siempre se repite… Voy ahora como hace mas de veinte años a la casa de mis padres a buscar los animales embalsamados, el centro de mesa rococó de vidrio verde y mi retrato de la primera comunión. Me lo han pedido los chicos de la Galería Perfecta por que se repite o rememora, o no se que, la muestra el Kitsch en nuestros días, que armamos a comienzo de los noventa con un grupo de amigos queridos, entusiastas al comienzo ,olvidadizos al final, pero siempre felices y que terminamos de empujar con el periodista Mauro Fernández.
Caballos , pumas , pingüinos y otros bichos endurecidos por el formol, muertos para siempre, enanos de cemento, cientos de objetos de la vida cotidiana que hacían fruncir un poco el seño del Arquitecto Manuel Arens, director por entonces del Museo de Bellas Artes y que tratábamos de meter como podíamos a las salas de la institución que cortaba el bacalao y ponía los puntos entre el arte y lo demás. Nos inquietaba saber si esos objetos, con que nos rodeamos y crecimos tenían algún valor en su representación material, simbólica o afectiva y si esa cualidad podría construir algún sentido para el arte. O sí los materiales , técnicas, formas, objetos, e imágenes podían incorporarse al repertorio de saberes y materiales con que podía contar un artista de la ciudad , sumándolos al pincel oleoso y al cincel esforzado. Después de estos años vamos de vuelta con ellos camino a una galería que va para adelante a lo loco, preguntándonos más cosas y esperando el reflujo.
Gustavo López
Bahía Blanca, noviembre 2012







/-/-/
Con este remake, replay, reboot, representación, bis, rememoración o como quiera llamarse, de El Kitsch en
nuestros días, no sólo queremos hacer un homenaje o señalamiento a un evento pasado, sino que también lo
pensamos como un ejercicio de construcción de una historia del arte local reciente. Preguntarnos sobre acciones
anteriores pero cercanas no sólo buscamos divertirnos desde lo anecdótico. También queremos poner en valor
hechos que a veces de manera tangencial y otras de manera más directa, nos influyen, nos construyen.
Poniendo en valor el pasado podemos actuar más a conciencia en el presente.
Para esta oportunidad se eligió a El Kitsch por una afinidad estética con otras propuestas de la gale, pero
esperamos que esta sea la primera de una serie de muestras que revisen y nos ayuden a reflexionar.
Por otro lado, queremos agradecer a Ana Vidal por el texto que sigue a continuación como resumen de varias
investigaciones y charlas que hemos ido teniendo y ella ha encarado con mucha seriedad y compromiso, y a
Gustavo López por el texto, los testimonios y los objetos prestados.

Agustín Rodríguez
por Perfecta Galería


CEMENTO PORLAND

Instalación de Marie Gouric.
+
Poesia: Marie Gouric, Liv Schulman y Ariel Cusnir.



“El otro día lleve unas naranjas y un cuchillo en una bolsa del chino
blanca
y es una costumbre muy horrible
y a la vez re cotidiana
un kit picnic improvisado en un contenedor poco practico
me imaginé un tramontina en la bolsa
pero despues la bolsa vacía
y una bolsa!!!
es lo mas incorrecto en el siglo 21
una bolsa de nylon, es lo menos
y a la vez en argentina la usamos sin tanto pudor
pensé en las veces que hacemos politica siendo politicamente incorrectos
y creo que tus poesias tienen eso
algo incorrecto...”


Mariela Scafati, en un chat con Marie Gouiric. 2012