viernes, 30 de noviembre de 2012

LOS LIMITES DEL CONTROL

 // Instalación, dibujos, y video de Liv Schulman.  

http://livschulman.com/ 



lIV:

Fotocopias,
una alfombra , un cubo de texto, una serie de TV, un palo de hockey y un poster.
Buenas ideas que no tienen el desarrollo específico para ser perfectas, ni grandiosas, ni puras, ni nada de lo que nos tiene acostumbrados el minimalismo. Tanto ellas pueden provenir de su proyección en el arte como de la familiar simpleza de las formas regulares, de los cubos que nos ofrecen su sofisticación y comodidad. Los muebles de la casa, la tv, los libros, la cocina, las escaleras, las puertas, la heladera, ni quisiera referirme a los camiones, a las piletas. Los monolitos que se acomodan y se apilan con tanta naturalidad que desaparecería una buena porción del mundo sin ellos.
“El minimalismo siempre fue barroco” dice su detective en un capítulo de la serie Control.
Barroco quizás en la simultaneidad de sentido, en los tesoros que subyacen bajo su apariencia neutra, Y barroco también en su eficacia como afirmación y potencialidad frente al carácter predecible y normativo que pretende.
Como hablar de regularidad, de control, si el control es uno mismo?
La política, la moral, la ley nos enseñan a controlar, a controlarnos. El autocontrol es nuestra forma de dominación particular, de autoengaño. La comprensión de las lógicas del control social en definitiva, nuestra capacidad de aprender nos instruye, degenera el deseo, trastoca la unidad psíquica del yo para incluir al otro.
El trabajo de Liv Schulman parece carecer de ese aprendizaje, como un animal, como un bebé que se comporta según sus instintos, y sin embargo no es así, en estas obras se adivina una personalidad completa y compleja, llena de inflexiones, de cuestionamientos y de certezas.
Hay mucha conciencia, mucha decisión, muchas elecciones tomadas en cada pieza. Su deseo se erige altivo y atractivo en las formas eróticas y orgánicas de estos monumentos efímeros. De papel, de tela, su materialidad a veces precaria o genial se yergue sobre la duda y la normalidad como un nuevo rastro de inocencia, de naturaleza en estado puro.

Ariel Cusnir
Los Límites del Control / Liv Schulman
24 . 12 . 2012 / Perfecta Galería . Bahia Blanca












jueves, 29 de noviembre de 2012

"EL KITSCH EN NUESTROS DIAS, EN NUESTROS DIAS."




En nuestros días:
El kitsch en nuestros días
Una se encuentra en primera instancia con un repertorio de adornos, utensilios, muebles y otras cosas curiosas y al mismo tiempo familiares. Cosas que tal vez no estén ya tan presentes en nuestras casas, pero sí en las de nuestros padres o abuelos.
Acá, se ve drástico cambio material entre la época de los jarrones en forma de pingüino, el hule, las máscaras de madera con motivos norteños, o los pisapapeles de bronce; y un presente que está más bien lleno de que porta-sahumerios imitación ébano, o gatitos de madera para poner los anillos. Mucho plástico, y mucha China en objetos igualmente cotidianos, industriales, estéticos, con los que mantenemos hoy una relación intensa, pero más efímera o descartable.
Pero además, en la muestra de Perfecta, hoy, podemos mirar la réplica de otra que se hizo hace mucho tiempo, en el Museo Municipal de Bellas Artes, antes de que existieran el MAC, la apertura a las importaciones, las becas de Antorchas, el uno-a-uno, la revista Vox, del inicio de la masiva instalación de nuevas empresas en el polo y (para terminar) los escapes de cloro.
El kitsch en nuestros días se hizo en ese museo que todavía funcionaba abajo del palacio municipal, entre mayo y junio de 1991. Eran los últimos meses de la gestión del arquitecto Ares, primer director de la institución oficial en democracia: años en los que el museo recorrió, entre otros caminos, una apertura hacia la renovación formal que proponía el Grupo 20, ligado al pintor Oscar Mara y su trabajo desde una estética neoexpresionista dedicada a la exploración del lenguaje pictórico. Fueron años, además, en los que el Bellas Artes fue espacio para la presentación de los trabajos surgidos en los talleres barriales (dictados en los CECUM) que se impulsaron desde la Subsecretaría de Cultura que dirigía Isabel Taramasco. En ese museo, también, el grupo Senda –que venía trabajando desde la dictadura en un proyecto editorial que incluía una revista de cultura y la publicación de libros de autores locales, impulsó una política en el campo de la plástica de la que resultó una serie de muestras de artistas jóvenes y la creación del premio Fundación Senda en el Salón Regional.
En la génesis de El kitsch en nuestros días intervinieron algunos integrantes del núcleo de Senda, pero la apuesta se abrió también a otras personas que circulaban por espacios de los ochenta y primeros noventa como la Casa del Sol Albañil, las Ferias de la Cultura, la FM de la Calle, el Museo del Puerto. Hubieron varias reuniones y el grupo se fue achicando, a medida que se iba definiendo lo que sería la idea central de la exposición: incluir en el museo toda esa serie de objetos cotidianos y a simple vista banales, nacidos de la producción industrializada y con una deliberada vocación de lograr belleza. Ahí, se venía a señalar que en el museo entraba algo más que la obra del artista como creador único.
Había en ese señalar, además, algo de obstinación: la muestra, que incluyó una enorme cantidad de objetos, estuvo acompañada por una serie textual, didáctica: fotocopias de trabajos de Clement Greenberg y otros autores que pensaban lo kitsch en contraposición al arte moderno, advertencias que pedían a los espectadores que no se llevaran los objetos de la muestra, charlas o mesa-debate. De esta forma, y en un trabajo que recopilaba objetos de uso común, se ponía en primer plano la operación curatorial en tanto acción conceptual.
Con estos gestos se construyó una acción que buscaba ante todo, producir una tensión, correr el límite en el seno de una institución central, del circuito oficial y de alta visibilidad –aunque fuera sólo local y zonal. Éste, fue uno más de los signos de la apertura que a fines de los ochenta y principios de los noventa gestó el desarrollo de nuevos posicionamientos estéticos y políticos en la ciudad. Una más de las acciones colectivas que propusieron una serie de tránsitos que intentaron pensar de modo diferente las fronteras de disciplinares, la categoría de artista, la relación entre arte, sociedad, economía y cultura. Un arco que se extendió luego de múltiples maneras, que buscó muchos cauces dando pie a otras formas de entender las artes visuales pero también la escritura, la historia, la literatura, el teatro, las prácticas museográficas. El signo de esa fractura en el espacio se encuentra hasta hoy –de hecho, ahí dentro se formó la generación de Perfecta – y ocupa –no sin disputas - esos mismos espacios centrales que una vez se intentó desafiar.
En este contexto, para el heterogéneo colectivo formador de Perfecta, El kitsch en nuestros días, en nuestros días implica, en lugar de una acción de disputa, un intento por ubicarse en un instante germinal, la construcción de una genealogía para situar (se), enmarcando una práctica contemporánea en una historia que no está escrita. Es claro que en una acción de este tipo ya no hay que explicar nada. Ni textos teóricos ni mesas debate.
Pero, más allá de proponer una lectura que interpreta los gestos de 1991 y 2012 como tomas de posición en un campo institucional, me gustaría sostener la pregunta acerca de qué maneras se ejerce –en esta muestra, y en otras prácticas de Bahía, hoy- la acción de abrir hacia lo popular, hacia la vida cotidiana, hacia el afuera de las instituciones, para alcanzar situaciones de empoderamiento colectivo, que vayan más allá del acto de señalamiento o designación – encorsetamiento - que estuvo en la acción primigenia de llamar “kitsch” a todo lo que no fuera modernidad, pureza, (esto es: superioridad, dominación). Después de todo, también quienes hoy pueblan la Perfecta pasaron por el Cala – Gogó.
Ana Vidal
para Perfecta Galería
Octubre / Noviembre 2012








Ya lo dijo el Barba, la historia siempre se repite… Voy ahora como hace mas de veinte años a la casa de mis padres a buscar los animales embalsamados, el centro de mesa rococó de vidrio verde y mi retrato de la primera comunión. Me lo han pedido los chicos de la Galería Perfecta por que se repite o rememora, o no se que, la muestra el Kitsch en nuestros días, que armamos a comienzo de los noventa con un grupo de amigos queridos, entusiastas al comienzo ,olvidadizos al final, pero siempre felices y que terminamos de empujar con el periodista Mauro Fernández.
Caballos , pumas , pingüinos y otros bichos endurecidos por el formol, muertos para siempre, enanos de cemento, cientos de objetos de la vida cotidiana que hacían fruncir un poco el seño del Arquitecto Manuel Arens, director por entonces del Museo de Bellas Artes y que tratábamos de meter como podíamos a las salas de la institución que cortaba el bacalao y ponía los puntos entre el arte y lo demás. Nos inquietaba saber si esos objetos, con que nos rodeamos y crecimos tenían algún valor en su representación material, simbólica o afectiva y si esa cualidad podría construir algún sentido para el arte. O sí los materiales , técnicas, formas, objetos, e imágenes podían incorporarse al repertorio de saberes y materiales con que podía contar un artista de la ciudad , sumándolos al pincel oleoso y al cincel esforzado. Después de estos años vamos de vuelta con ellos camino a una galería que va para adelante a lo loco, preguntándonos más cosas y esperando el reflujo.
Gustavo López
Bahía Blanca, noviembre 2012







/-/-/
Con este remake, replay, reboot, representación, bis, rememoración o como quiera llamarse, de El Kitsch en
nuestros días, no sólo queremos hacer un homenaje o señalamiento a un evento pasado, sino que también lo
pensamos como un ejercicio de construcción de una historia del arte local reciente. Preguntarnos sobre acciones
anteriores pero cercanas no sólo buscamos divertirnos desde lo anecdótico. También queremos poner en valor
hechos que a veces de manera tangencial y otras de manera más directa, nos influyen, nos construyen.
Poniendo en valor el pasado podemos actuar más a conciencia en el presente.
Para esta oportunidad se eligió a El Kitsch por una afinidad estética con otras propuestas de la gale, pero
esperamos que esta sea la primera de una serie de muestras que revisen y nos ayuden a reflexionar.
Por otro lado, queremos agradecer a Ana Vidal por el texto que sigue a continuación como resumen de varias
investigaciones y charlas que hemos ido teniendo y ella ha encarado con mucha seriedad y compromiso, y a
Gustavo López por el texto, los testimonios y los objetos prestados.

Agustín Rodríguez
por Perfecta Galería


CEMENTO PORLAND

Instalación de Marie Gouric.
+
Poesia: Marie Gouric, Liv Schulman y Ariel Cusnir.



“El otro día lleve unas naranjas y un cuchillo en una bolsa del chino
blanca
y es una costumbre muy horrible
y a la vez re cotidiana
un kit picnic improvisado en un contenedor poco practico
me imaginé un tramontina en la bolsa
pero despues la bolsa vacía
y una bolsa!!!
es lo mas incorrecto en el siglo 21
una bolsa de nylon, es lo menos
y a la vez en argentina la usamos sin tanto pudor
pensé en las veces que hacemos politica siendo politicamente incorrectos
y creo que tus poesias tienen eso
algo incorrecto...”


Mariela Scafati, en un chat con Marie Gouiric. 2012